domingo, febrero 11, 2007

Polonia: de las huelgas obreras a Solidaridad, la oportunidad perdida de la década de 1970

El descontento social polaco motorizando a nuevas fuerzas y prácticas políticas que de haber triunfado en su momento hubieran posibilitado realizar los cambios bajo el signo del socialismo

Por Florencia Pagni y Fernando Cesaretti

1968 constituye para Polonia un sombrío punto de inflexión. A pesar de su riqueza en recursos naturales, el país no podía dominar los crecientes problemas económicos en razón de la lentitud de gestión de la burocracia y su escasa productividad agrícola e industrial. Las falencias alcanzaban también a las libertades políticas: las propuestas intelectuales y estudiantiles de marzo de ese año fueron reprimidas con violencia física al tiempo que una impresionante purga barrió las universidades. El Régimen intentó separar a la clase obrera de la intelectualidad, utilizando para ello el monopolio de los medios de comunicación. Se caracterizó a las universidades como cueva de los enemigos de la clase obrera, refugio de agentes sionistas.[1]
A pesar de estas diatribas divisionistas, el Régimen encabezado por un histórico dirigente de la posguerra, Vladislao Gomulka, sufrió un progresivo aislamiento de todos los sectores sociales. No realizó las reformas que hubieran podido asegurar el crecimiento auto sostenido de la producción de bienes de consumo, al tiempo que el sistema burocrático centralizado de gestión fabril se anquilosó, sumado a una parálisis en los cuadros del Partido Comunista. Todo esto llevó a que la economía reflejara a principios de los años 70 un estancamiento en la producción y una baja en el nivel de vida de la población. Esta crisis repercutió en forma de recortes de presupuesto en las prestaciones sociales, en la enseñanza, la construcción de viviendas, etc.
Ante esto Gomulka intentó en diciembre de 1970 una salida desesperada: aumentar un 25% los precios de los productos alimenticios. Esto disparó el descontento social. Los obreros del Báltico respondieron con huelgas y manifestaciones. Gomulka intentó hacer con ellos lo que había hecho dos años atrás con los intelectuales, esto es desprestigiarlos. Trató a los obreros de “bandas de mafiosos”, “vagos” y “marginados”. Pero las demandas obreras gozaban del favor de la población.
Gomulka encargó al ejército restablecer el orden, directiva esta que tuvo en su cumplimiento la inmediata consecuencia de decenas de muertos y centenares de heridos. Pero la mano dura resultó contraproducente ya que ante la represión la huelga se extendió a otros lugares de Polonia. Hubo un repudio generalizado a la masacre y en muchas industrias surgieron comité fabriles en los que incluso participaron miembros del Partido Comunista.
Para aflojar la tensión a finales de mes el Buró Político del Comité Central destituyó a Gomulka y lo reemplazó por Eduardo Gierek. Este intentó por un lado mantener la hegemonía del Partido en el manejo del Estado, y a su vez se comprometió a resolver los problemas más angustiantes de la sociedad. Para lograr esto último dio marcha atrás con las medidas económicas de su antecesor. No obstante los obreros continuaron en estado de efervescencia. Más allá de lo estrictamente económico sus demandas ahora incluían la democratización de las estructuras del poder y la libertad de información. El Régimen buscó retomar la iniciativa recuperando el control sobre los sindicatos. Intentó también cooptar prometiendo mayores niveles de participación al tiempo que amenazó con aplicar en tierras polacas el modelo de la represión a la “Primavera” de Praga.
Las promesas de reformas no pasaron de ser burdas maniobras que irritaron aún más a los obreros. Las huelgas siguieron estallando a lo largo de 1971. Tras las demandas inmediatas (revocación los aumentos en los precios y mejoras en las condiciones de trabajo), estas huelgas tendían a modificar las prácticas políticas del país. Su prédica a favor de la democratización de los aparatos les granjeó el apoyo moral de otros sectores de la población. Sin embargo en el momento ese apoyo no encontró una forma organizativa duradera. Incluso los intelectuales miraron tibiamente el movimiento en virtud del rol hostil que los obreros jugaron contra ellos en 1968.
De a poco el Régimen restableció el orden. Gierek combinó hábilmente pragmatismo con represión selectiva. El gobierno impulsó el crecimiento económico a partir de la modernización de la planta productiva mediante los créditos, la importación de tecnología y de bienes de consumo occidental. Se eliminaron trabas a la producción agrícola para mejorar el nivel de vida del campesinado. Consecuentemente desde lo político y social se adoptó una línea mas tolerante con la Iglesia Católica y con la intelectualidad.
Esa tolerancia no impedirá que sean estos dos sectores los que en 1975 se opondrán firmemente a la modificación de la Constitución propuesta por el Gobierno. La reforma era impulsada por Moscú, que pretendía elevar al rango de precepto legal lo que fuera piedra angular de la Europa del Este desde 1945, esto es el papel dirigente del Partido y la alianza fraterna con la URSS. Ante este rechazo generalizado el Régimen dio marcha atrás en su proyecto original y suavizó en grado sumo su propuesta. Pareció ser un triunfo de la sociedad civil.
En 1976 el alza de los precios desató nuevamente la protesta obrera. El gobierno, escarmentado por las consecuencias contraproducentes de la política de mano dura que aplico en 1970, trató de actuar con cautela frente al descontento social. Pero al fallar esta táctica conciliatoria, se apeló nuevamente a la represión. Cárcel y multas para los activistas, despidos y suspensiones, etc.
Para defender a los perseguidos, en setiembre de 1976 se fundó el Comité de Defensa Obrera (KOR) Este participó en los procesos judiciales brindando defensa jurídica a los activistas obreros detenidos. El KOR intentó moverse dentro del marco legal. Al mismo tiempo que publicaba boletines y revistas difundiendo sus actividades. El KOR juntó firmas en todos los ámbitos del país (importante fueron las aportadas por el aparato católico) para lograr una amnistía general. Esta se logró finalmente en julio de 1977.
La prédica del KOR creció favorecida por el deterioro de las condiciones de vida y por trascender la visión partidista o tener una ideología determinada, aunque predominaran entre sus miembros los antiguos revisionistas de la década de 1950. El KOR recreó la rota relación entre intelectuales y obreros y marcó la pauta para una nueva forma de autoorganización social y de elaboración pragmática de los cambios del sistema. Todo lo cual culminará con el surgimiento del movimiento sindical, social y nacional de Solidaridad.
Contemporáneamente en 1976 surge la Coalición Nacional Polaca (PPN) que tendrá una impronta de liberalismo político mezclado con un fuerte nacionalismo. Es en ese contexto ideológico que presentó un programa de 26 puntos (el llamado ROPCIO), con orientación demócrata cristiana y agrarista.
No obstante, fue el KOR el que mantuvo la hegemonía dentro de las agrupaciones opositoras durante todo el período. Extendió su prédica fuera de las fronteras y en 1977 se solidarizó con las luchas de los checos y los alemanes orientales
El KOR actuó cada vez más abiertamente, fundó comités estudiantiles y sociedades científicas. A través de uno de sus órganos de prensa, la revista Robotnik, contribuyó a la maduración organizativa y al pragmatismo de la autoorganización obrera.
Esta labor fue reconocida por amigos y adversarios. Siendo la base fundamental para que en 1978 en los astilleros de los puertos bálticos se fundaran Sindicatos Libres que aunque modestos en un principio, tuvieron un crecimiento espectacular a tal punto que cristalizaron su unión con toda la sociedad civil en las protestas de 1980. Esa unión de los distintos actores sociales (en la que la Iglesia Católica jugó un papel aglutinador fundamental[2]) impidió que la oposición polaca siguiera el destino fatal común a las agrupaciones disidentes en otros países del bloque comunista. Esta maduración tuvo su correlato en el resquebrajamiento de la cohesión interna del Régimen. Los más lúcidos miembros del Partido comprendieron la necesidad de emprender cambios de fondo, al tiempo que reconocieron la impericia e incapacidad del equipo dirigente para resolver los problemas reales del país. Sin embargo Gierek y su entorno se mantuvieron impermeables a cualquier posibilidad de cambio.
Los acontecimientos les pasarían por encima. En el verano de 1980, cuando en protesta por el aumento del precio de la carne o reclamando la reincorporación de un trabajador despedido, los obreros entraron en huelga en “cadena” paralizando la producción, el gobierno observó impotente como se encadenaban los acontecimientos de modo creciente y sostenido: en primer termino por la formación de un Comité Inter Empresarial de Huelga, que formuló demandas que constituyeron un programa embrionario de cambios aún dentro del sistema, pero que por su amplitud exceden al sistema, y luego por la manifestación generalizada de un fuerte apoyo civil a los huelguistas La dinámica de los acontecimientos superaron a Gierek que finalmente tuvo que dimitir, siendo reemplazado por Estanislao Kania, quien era partidario de introducir reformas estructurales
En el movimiento obrero se discutió hasta donde seguir con los reclamos. Estaba presente la amenaza de una intervención soviética directa, como ocurriera en Hungría en 1956 y en Checoslovaquia en 1968
La autogestión obrera dio lugar a una confederación sindical con vocación nacional, pero con fuerte autonomía regional (para evitar los males del centralismo burocrático). Fue así que se formó el Sindicato Independiente y Autogestionario Solidaridad. Ya el simple hecho de inscribirlo con ese nombre demostró que sería la fuerza de choque contra los aparatos del poder. Rápidamente otros sectores se fueron sumando a Solidaridad, fundamentalmente los agricultores y los estudiantes, que llegaron a la huelga universitaria. En 1980 y 1981 hubo una gran desafiliación en el Partido Comunista, correlativa a la gran afiliación a Solidaridad. Era un trasvasamiento de un poder a otro. Los intentos reformistas, tantas veces proclamados por el gobierno, solo despertaban desconfianza. Frente al peligro de los tanques entrando en Polonia para reponer el orden soviético, no era un dato menor el hecho de que Solidaridad tuviera un afiliado de lujo en la Plaza de San Pedro en Roma. De todas formas, en su seno Solidaridad no era homogénea, había de todo en sus filas: socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, sindicalistas puros, anarquistas, nacionalistas, etc. Existía no obstante un acuerdo tácito: Solidaridad no debía transformarse en un partido político, lo que no impedía que esta confederación sindical tuviera un matiz ideológico evidente. La división fundamental en su seno se daba entre pragmáticos y fundamentalistas. Estos últimos pretendían cambiar las bases materiales antes que las jurídicas, debiendo los obreros apropiarse de las grandes empresas. Los pragmáticos entendían que había que negociar con Moscú, para que la URSS permitiera establecer un gobierno de coalición, donde el antiguo régimen estuviera también representado. Esta postura contaba con el desembozado apoyo del Vaticano y de la Iglesia Polaca.
Entre acercamientos y tanteos, el gobierno decidió acabar con la política reformista y de diálogo con Solidaridad. El 13 de diciembre de 1981 se impuso el estado de guerra en todo el país, requisándose militarmente las sedes de Solidaridad en cada localidad Se trató de un verdadero golpe hacia atrás: un Consejo Nacional de Salvación Nacional formado por altos mandos del ejército encabezados por el general Jaruzelski, asumieron el poder. Solidaridad, que estaba desarmada, no tuvo posibilidad de resistir el golpe. Se terminaba así un proceso pacífico de inserción y cambio vivido durante 16 meses. La burocracia del Estado quedó concentrada en los aparatos coercitivos sin ninguna mediación política o social.
Atrás quedaba un proceso de emancipación social donde la clase obrera había jugado un rol principal. Había sido la fuerza motriz del movimiento social y el garante de su desenvolvimiento democrático y socialista. Solidaridad había nacido como una aspiración de la mayoría de la clase obrera polaca. De su seno surgieron los concejos de trabajadores que fueron la forma más idónea de socializar los medios de producción.
Los tanques de Jaruzelski acabaron manu militari con ese proyecto.
Polonia tendría que esperar a la caída del Muro de Berlín para emprender los cambios que tal vez fueron posibles a principios de los 80 bajo la bandera del socialismo, y no del neoliberalismo de los 90.








Florencia Pagni y Fernando Cesaretti.
Escuela de Historia. Universidad Nacional de Rosario
grupo_efefe@yahoo.com.ar


[1] El antisemitismo es una endemia en la católica Polonia. No desapareció tras el Holocausto, tan solo se enmascaró bajo el antisionismo. Esto explica el porque los 250.000 judíos polacos supervivientes en 1946 (de una población de tres millones en 1939) se hallan reducidos a menos de 5.000 en la actualidad.
[2] Desde 1978 (y hasta su muerte en 2006) el Papa, suprema autoridad de millones de católicos en el mundo entero y por ende poseedor de un poder político ecuménico de primer orden, era un polaco, el ex cardenal de Cracovia, Karol Wojtyla, hombre de gran capacidad política y también de gran capacidad acomodaticia. La ubicuidad de Wojtyla en el decenio de 1945-55 resultó altamente sospechosa en su momento. De todas maneras cuando ascendió al trono de San Pedro, esas y otras sombras de su pasado quedaron por razones de alta política y orgullo nacional polaco, en un olvido consensuado por todos los sectores.

17 comentarios:

Panambi dijo...

LEY DEL CONGRESO NACIONAL - ELECCIÓN COMO PRESIDENTE

Reunido el Congreso Nacionale el 16 de octubre de 1862, LE ELIGIÓ POR ACLAMACIÓN PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA POR UN PERÍODO LEGAL DE 10 AÑOS.

El Presidente de la República del Paraguay, y General en Jefe de sus ejércitos.
Por cuanto el Honorable Congreso Nacional acaba de dictar la siguiente Ley:
El Soberano Congreso Nacional de la República del Paraguay, ha sancionado con fuerza de Ley lo siguiente:
Art. 1°- Nómbrase por aclamación general Presidente de la Reública del PAraguay al Brigadier Ciudadano Francisco Solano López, por el período legal de diez años.
Art. 2°- Habiendo prestado ante el Congreso Nacional el juramento que ordena la Ley PAtria, una comisión de diez Diputados pondrá al General López en la posesión de la Presidencia de la República.
Art. 3°- Una copia autorizada de la presente Ley, con el gran sello del Estado servirá de título al PResidente de la República. Publíquese.
Asunción, octubre 16 de 1862. Nicolás Vazquez.
Siguen las firmas. Ciriaco Molina, Diputado Secretario.
Por tanto, publíquese y comuníquese a quienes corresponda.
Asunción, octubre 16 de octubre de 1862.
Francisco S. López - Francisco Sánchez

MANIFIESTO A LA NACIÓN AL ASUMIR LA PRESIDENCIA
Elegido primer magistrado dirigió un manifiesto al pueblo pidiendo el apoyo y la simpatía de sus conciudadanos.

Habitantes de la Nación:
El voto unánime de vustros representantes acaba de elevarme a la suprema magistratura de la República.(...)

FUENTE: CARTAS Y PROCLAMAS DE FRANCISCO SOLANO LÓPEZ (Julio César Chaves)

BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY

Gracias por el comentario a mi blog, soy una afisionada a la literatura e historia.
No hay buenos ni malos en las guerras, sólo víctimas en todos los lados.

Panambi Vera
http://marquesdeolinda.blogspot.com

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